Esta tarde, mientras he doblado la ropa de no sé cuántas
lavadoras, mis hijos estaban en el dormitorio también, cada uno jugando se forma
independiente.
El pequeño, de 15 meses, ha estado casi todo el rato jugando
con una pelota y dándole a los botones de un juguete musical, haciendo que sonaran
diferentes músicas y bailando y haciendo palmas.
Y el mayor, que dentro de poco cumple 3 años, me ha hecho
mucha gracia, porque estaba jugando con unos peluches: uno es un peluche de un
perro, de nombre “perro bebé”, que le encanta y lo lleva a todas partes, y el
otro peluche, es de un perro más grande, que tiene en una repisa de su
habitación, que no le hace tanto caso…
Pues nada, el pequeño es el bebé, el más grande, la mamá, le
pone voces a cada uno, y la conversación era:
PERRITO BEBÉ: Mami, ¿Dónde está papá?
LA MAMÁ: Trabajando….
PERRITO BEBÉ: ¡Ay…!
Bueno, además de eso, los peluches han hecho de todo, comer,
dormir, ir a la guardería, al trabajo de la mamá, se han hecho pupa y demás… ¡Qué
bonito el juego simbólico!
Y tanto el grande como el pequeño, han estado mucho rato
jugando y entretenidos, ellos solos, cada uno de una forma acorde a su edad… mucho
rato, ya que, insisto, había mucha ropa para doblar…
¿Algún comentario o algo que queráis contar?
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